Cómo Crecer Psicológicamente y Espiritualmente sin Rollos y sin Bypasear tus Conflictos

Dos escenas clásicas, que me han sucedido muchas veces.

1- Volviendo de un intenso retiro de práctica espiritual.

Acabo de salir de un retiro de meditación que estuvo cósmico. Básicamente pude experimentar que todo en el universo es amor, que desde mi séptimo chakra baja un néctar dorado hasta mi corazón que hace que todo mi cuerpo se vuelva blando y flexible. Los dolores físicos se alivian, si tenía dolor de cabeza, se fue, si tenía dolor de espalda se fue. Es un néctar que no sólo sana al cuerpo físico, sino que parece venir de una inteligencia superior que me ama incondicionalmente y que me muestra que todo lo que soy está bien. Quisiera quedarme para siempre en este estado de éxtasis espiritual. En fin, el retiro termina y vuelvo a mi casa. En el camino vengo pensando cuánto amo a mi mujer y veo cómo este amor cósmico es lo que nos ha unido. Desde hoy en adelante nuestra relación será dicha infinita porque al fin he encontrado mi corazón que, sin duda, abrirá el de ella y danzaremos en éxtasis hasta el fin de los tiempos disfrutando de nuestra naturaleza verdadera.

Abro la puerta en contacto con mi naturaleza verdadera, es como si fuera la primera vez en la vida que entro a mi casa porque me siento lúcido y despierto por fin. Al fin soy lo que verdaderamente soy. Ella está cansada y no parece en absoluto interesada en el néctar sublime que baña mi corazón y me pide que la ayude a terminar con la cocina. Me frustro cósmica e infinitamente porque no estamos danzando cósmicamente en el mar atemporal de la felicidad eterna, hay que lavar platos, sin gloria y sin bienaventuranza. En tres minutos estamos teniendo una pelea. Oh, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Si tan sólo ella pudiera abrir sus chakras superiores un instante para estar conmigo.

2- Terminando un intenso retiro de trabajo psicoterapéutico.

Paso tres o cuatro días en un intenso retiro de trabajo psicoterapéutico. Transito mi angustia, mi furia, mi vergüenza, mi sexualidad reprimida, mi tristeza y todas las palabras que nunca he dicho a nadie. Lloro porque nadie me entiende y no creo que mi mujer pueda comprender lo que me sucede. Llego a mi casa. Le cuento todo lo que viví, llorando, avergonzado de expresar esos sentimientos que nunca pude expresar antes, completamente seguro que ella no me entiende una palabra de lo que digo. Finalmente ella me habla y quedo completamente sorprendido por su capacidad de empatizar conmigo. Me doy cuenta que el problema era yo y no ella... ¡ella no empatizaba más conmigo porque yo no hablaba! Nuestra relación da un salto hacia una profundidad que nunca antes había tenido. Y todo el mes siguiente continúo atrapado en sentimientos de vergüenza y angustia que no logro comprender del todo. Me parece que en el fondo no soy más que un manojo de sentimientos confusos y tristes. Aunque debo decir que se siente muy bien que nuestra relación esté mejor.

¿Te ha pasado alguna vez algo parecido?

Me tomó algunos años entender porqué la práctica espiritual no resuelve necesariamente los problemas de la vida cotidiana -y a veces parece empeorarlos- y por qué la psicoterapia muchas veces nos lanza a ver nuestra miseria ayudándonos a resolver muchos problemas cotidianos pero dejándonos atrapados en el sótano de esos sentimientos más incómodos. 

La explicación es simple:

La psicoterapia sirve para reparar y fortalecer (en un buen sentido) al ego. 

La práctica espiritual sirve para descubrir aquello que somos más allá de nuestro ego, es decir, para saber qué es lo que somos más allá de él.  

¡Sirven para cosas diferentes!

La práctica espiritual sirve para descubrir tu naturaleza verdadera, pero la mayoría de las veces deja al ego intacto, y ¡bajo ciertas circunstancias hasta puede hacer que empeore! Y muchas veces, si el ego no empeora, tampoco mejora. Es decir, llevas 15 años haciendo meditación y sigues teniendo los mismos problemas de siempre con tu autoestima, con tus relaciones y tu vida en general. Esto no significa en absoluto que la práctica no ha servido, lo que pasa es que ha servido para otras cosas diferentes. ¡No podemos culpar a un martillo de ser inútil para ayudarnos a enviar un correo electrónico!

Y la psicoterapia es un gran correctivo para el ego, ayuda a destrabar los muy intrincados mecanismos que posee para hacernos sufrir. Y, créeme, son mecanismo muy intrincados y difíciles de comprender casi imposibles de “reparar” si no somos acompañados por alguna persona experta en esto. Sin embargo, muchas veces la psicoterapia también alimenta el rollo mental y acabamos más confundidos que encontrados. Y si esto no sucede y la terapia es buena y efectiva, en ocasiones después de hacernos desfilar una y otra vez por capas y más capas de escenas y sentimientos infernales, acabamos un poco empantanados en nuestras propias emociones incómodas. Y, aunque esto no sucediera, de todos modos la psicoterapia no tiene el poder de llevarnos a experimentar esos estados profundos de unidad que hacen la diferencia en la experiencia de propósito y sentido en la vida de un ser humano y sin los cuáles siempre sentiremos que algo nos hace falta, lo cual nos llevará irremediablemente a continuar con nuestras búsquedas equivocadas; por no conocer la esencia del Ser, seguiremos buscando amor, logros, dinero, poder o fama descubriendo una y otra vez que eso no era lo que queríamos pero sin saber qué es lo que realmente nos hace falta. Y esto no quiere decir que la psicoterapia tenga algún problema, es que no es la herramienta para esto.

En síntesis, la psicoterapia si bien es capaz de “reparar” al ego, tiene muchos problemas para ayudarnos a vivir fuera de él, en un espacio de verdadera libertad de Ser. Es mucho mejor tener una casa plenamente funcional, ¡pero eso no hará necesariamente que conozcamos las maravillas que hay ahí fuera! El ego, aunque funcione relativamente bien, sigue siendo un lugar demasiado estrecho para nuestra alma. 

La buena noticia es que, si sabemos cómo usar ambas herramientas, entonces nuestras posibilidades de resolver nuestros problemas cotidianos (nuestra autoestima, nuestras relaciones, nuestra ansiedad, estrés, depresión, tensiones musculares crónicas, etc) usando la psicoterapia resultará más rápido y más sencillo si además hacemos práctica espiritual. Y vice versa, si queremos experimentar nuestra naturaleza esencial no sólo en el cojín de meditación sino también mientras lavas los platos o haces el amor, será más sencillo si además resuelves los problemas cotidianos haciendo psicoterapia además de hacer tu práctica espiritual.

Muchas veces la terapia no funciona o la práctica espiritual no funciona porque hace falta usar la otra. Por eso me gusta decir que a las prácticas espirituales les hace falta psicoterapia y a la psicoterapia le hace falta práctica espiritual.

Si bien, son dos herramientas que sirven para cosas diferentes, su uso combinado crea una sinergia que permite que los objetivos esenciales de cada una sean más fáciles de alcanzar. 

Mañana, martes 23 de septiembre, te dejo invitad@ a un Live que daré por Youtube en donde haremos 3 cosas: Profundizaré sobre este tema, tendremos espacio para preguntas y respuestas y finalizaremos con una meditación guiada. Si está leyendo este artículo después de la fecha del Live, no hay problema, puedes ver la grabación de todos modos. 

Te espero mañana… o cuando quieras venir a conocer este modo de trabajar usando estas dos manos. Para mí estas dos manos son literalmente lo mejor de occidente (psicología) y lo mejor de oriente (práctica espiritual). ¡Hay que juntar el mundo! 

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Y también te cuento que este 30 de septiembre de 2025 comenará la tercera versión de El Poder del Silencio. Y este año no sólo practiraremos meditación, también incluiremos herramientas de Terapia Gestalt!. Para ser coherente con todo lo que acabo de decir antes. Si quieres saber más sobre el Poder del Silencio 2025 pincha el botón de abajo.

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