Cómo Meditar y Comprender que Mueres y Naces Constantemente... ¡Para Ser Feliz! [Guía de Meditación]
- Tomás de la Fuente
- 3 may
- 24 Min. de lectura
Actualizado: hace 3 días
Aunque es algo muy obvio si te detienes un momento a pensarlo, ningún instante se repite nunca jamás igual a otro. Pero tenemos la impresión de que nos pasan las mismas cosas una y otra vez. ¿Lo has notado? Sentimos que con nuestra pareja nos vuelve a pasar lo mismo, que con nuestros hijos nos pasa lo mismo, que en nuestro trabajo nos pasa lo mismo, una y otra vez.
Nunca pasa lo mismo. Pero, si describimos la realidad usando nuestra capacidad de conceptualizar, se genera la ilusión de que ha sucedido lo mismo. Esta ilusión es creada por una operación lógica conceptual. Así funciona la mente: "Ayer hubo sol y hoy también hay sol: por lo tanto ayer y hoy son dos días iguales." Desde el punto de vista lógico el razonamiento es correcto. Pero ése no es el modo en que nosotros hemos vivido esos días.
Si observas cómo fue tu experiencia del día de hoy y la comparas con el día de ayer, es imposible decir que ambos días fueron iguales. Es una verdad que tiene sentido sólo conceptualmente. Debido a que la mente usa las mismas palabras y las mismas imágenes para describir dos cosas diferentes, crea la ilusión de semejanza. Para describir ambos días, la mente ha usado sólo una imagen y sólo un concepto; "un día soleado". bastante reduccionista, ¿no? Y a pesar de que es muy obvio que jamás dos cosas son iguales desde el punto de vista de la experiencia, nosotros creemos que las cosas se repiten. La verdad es que nunca jamás en tu vida te ha sucedido lo mismo dos veces.
Literalmente, vivimos en un delirio.
Somos seres curiosos, nos interesa más la descripción que la mente hace de la realidad, que la realidad. Sufrimos de una suerte de fascinación fanática hacia los conceptos e imágenes que nuestra mente crea. Nuestra descripción de la realidad y nos parece más real que la realidad. Si nos diésemos cuenta de la diferencia entre descripción y realidad nos resultaría muy obvio que nunca en la vida nos ha pasado lo mismo dos veces.
¡Pero no nos resulta obvio!
Los Venenos de la Mente
Este malentendido, aparentemente inofensivo, nos tiene atrapados en el círculo vicioso del sufrimiento, que se basa en el apego y el rechazo a nuestra experiencia. Como dijo Buda hace más de 2.500 años, es el veneno del apego y el rechazo a la experiencia lo que causa nuestro sufrimiento.
El apego es el deseo de que se repita una experiencia que hemos tenido en el pasado. Las experiencias a partir de las que generamos apego son aquellas que generan sensaciones agradables. El apego es ese estado doloroso que todos vivimos en lo cotidiano cuando deseamos que la realidad sea de un modo que no es porque esperamos que sea de alguna forma en la que fue en el pasado. Pero no es a las cosas o eventos externos hacia lo que generamos apego, sino a las sensaciones agradables que éstos eventos nos han provocado. De modo que el apego es el deseo de sentir una sensación agradable que tuvimos antes y que ahora no estamos experimentando. El apego genera toda clase de emociones dolorosas como frustración, obsesión, insatisfacción y vacío, entre otras.
¡El asunto es que sólo podemos apegarnos a nuestras experiencias y sensaciones si creemos que se pueden repetir! Si vemos la realidad tal cual es y no confundimos nuestros conceptos con ella, se vuelve obvio que nunca será posible que la misma experiencia agradable suceda dos veces. Es ridículo desearlo cuando ves con toda nitidez que nunca se va a repetir ese instante que ya pasó.
Pero como creemos que se puede repetir, entonces deseamos que se repita.
Desear que se repita lo que antes sucedió nos hace sufrir porque nuestro estado de ánimo acaba dependiendo de que suceda lo imposible. Es como si creyésemos que sólo podremos sentirnos bien si sucede exactamente lo que nosotros tenemos en nuestra imaginación; ¡queremos hacer calzar la realidad con una idea! La realidad nunca va a ser igual a una descripción mental de ella. Nos genera estrés o sensación de vacío y frustración si es que no está sucediendo. Y si llega a suceder algo que conceptualizamos como similar a una experiencia placentera que tuvimos en el pasado, sufrimos porque no es igual. Comparas el recuerdo que tienes de una experiencia pasada, única e irrepetible, con la experiencia presente y le encuentras toda clase de insuficiencias, luego culpas de eso al mundo, a otra persona o a ti mismo y te creas una herida en la autoestima, o hieres la autoestima de otro.
Con el rechazo sucede más o menos lo mismo. Creamos rechazo a partir de sensaciones desagradables. El rechazo es una resistencia violenta y hostil hacia una experiencia que tuvimos o a la que estamos teniendo. Cuando nos domina el veneno del rechazo, nos volvemos furiosos, aterrorizados, paranoides. Creemos que eso que podríamos sentir o que ahora sentimos acabará siendo tan aterrador e intolerable como eso que sentimos antes. El rechazo nos hace presas de la hostilidad, el miedo o el asco.
La buena noticia es que a pesar de que creamos que nos está pasando la misma cosa horrible que nos sucedió antes, la realidad es que no nos está pasando. ¡Lo que pasó nunca va a volver a suceder, jamás, nunca, es imposible! Nunca se van a repetir esas experiencias dolorosas que tanto miedo te dan. Sólo pueden ocurrir experiencias y sensaciones nuevas, desconocidas. Y aunque podrían ser sensaciones desagradables ¿Cómo puedes tener seguridad de antemano que serán intolerables? La verdad es que lo único que hace intolerable nuestra experiencia es el rechazo que tenemos hacia ella.
Un ejemplo cotidiano; casi la totalidad de las personas sienten su pecho apretado cuando están tristes. Pero la tristeza no es una emoción que aprieta el pecho, la emoción que lo hace es el miedo. De modo que cuando sientes tristeza y al mismo tiempo tu pecho está apretado, no se debe a que estás triste, sino a que tienes miedo a sentirte triste, es decir, estás rechazando la sensación que la tristeza genera en tu cuerpo. Cuando sentimos la tristeza sin agregar rechazo, el pecho se ablanda, el cuerpo se relaja y no nos produce sufrimiento alguno, es una experiencia muy similar al descanso profundo.
Lo repito: ¡La buena noticia es que nunca te va a suceder esa cosa espantosa que te sucedió antes! Sólo pueden suceder cosas nuevas y, si no las rechazas, no te causarán sufrimiento, sólo te sentirás más vivo, estarás en un hermoso estado de presencia. Cualquier experiencia que tenemos libres del apego y el rechazo
El apego y el rechazo hacen que sea más difícil aprender cosas nuevas. Nos hacen ser los mismos de antes y sufrir las mismas cosas de siempre. Cuando uno se abre a una experiencia nueva tiene un aprendizaje. En neurociencia han hablado mucho de la plasticidad neuronal. La idea de la plasticidad neuronal es que el aprendizaje siempre puede ocurrir desde los cero hasta los 158 años. Y el aprendizaje tiene lugar cuando estás en contacto con la experiencia presente. Cuando tu atención está anclada en el ahora puedes abrirte a la información que el presente te entrega y operar con ella creativamente. Pero cuando en apego o rechazo porque quieres que sucedan algo diferente o porque tienes miedo a que se repita el pasado, tu capacidad de aprender se ve limitada. Tu cerebro está atrapado en un bucle que dificulta que sucedan nuevos eventos neuronales porque toda tu atención y energía está puesta en rechazar un recuerdo del pasado o desear un recuerdo del pasado, pero no estás abierto a la experiencia fresca y real del ahora. Literalmente, estás haciendo que tus neuronas hagan casi lo mismo de siempre. ¡El aprendizaje ocurre cuando tus neuronas hacen cosas nuevas!De modo que estar presente aumenta nuestra capacidad de aprendizaje, hace madurar a nuestro sistema nervioso.
Para esto, entre otras cosas, sirve la meditación, para que puedas aprender, crecer, desarrollarte.
La Meditación nos Enseña que los Problemas en las Relaciones no se Resuelven, se Disuelven
Daré un ejemplo más concreto acerca de cómo funciona el proceso del apego y el rechazo y nuestra pérdida de contacto con la realidad. Cuando estamos enamorados al inicio de una relación de pareja, experimentamos a la otra persona como si fuese algo nuevo. La experiencia es increíble, cada mirada, cada gesto e interacción con el otro la sentimos como algo nuevo y completamente desconocido: estamos completamente abiertos sentir, experimentar, nos sentimos vivos porque estamos en contacto con el presente.
No tenemos conceptos acerca de la otra persona. Es decir, nuestra mente no tiene ningún modo de definir quién es el otro y por eso, en lugar de dar al otro por sentado, le prestamos atención, nos interesa más la realidad de la experiencia del otro que nuestros conceptos sobre el otro. Estamos inmersos en el ahora que siempre es nuevo y que nunca se repite... ¡y es una gran aventura!Yo creo que por eso es tan increíble sentirse enamorado. No es sólo que la otra persona te gusta, es que se producen momentos de presencia tremendamente poderosos, que no se deben exactamente a la existencia de la otra persona sino a tu capacidad de estar presente. Es tan apasionante conocer al ser que tienes allí frente a ti, que realmente le miras, realmente le oyes, realmente sientes, estás completamente presente en tus sentidos y no tienes ningún concepto con el cual comparar la experiencia que estás teniendo con una del pasado, de modo que no deseas tener otra experiencia ni tampoco intentas rechazarla. No hay apego, no hay rechazo.
¡Estás presente, estás meditando!
Sin embargo, en la medida que te relacionas con esa persona, eventualmente se activan las memorias y las heridas del pasado -y junto con esto, todos nuestros patrones de apego y rechazo-. Tarde o temprano esa persona va a decir una palabra, hacer un gesto, se demorará en responder un mensaje, o lo que sea que tenga que ver con esas experiencias del pasado que no quieres volver a sentir. La próxima vez que ves a esa persona, -a quién podías experimentar de manera plena cuando estabas presente- no estás en contacto con ella, sino con los recuerdos y las imágenes del pasado que te generaron sensaciones incómodas.Y el rechazo y el apego que se han puesto en marcha te hacen a crear un sinnúmero de ideas distorsionadas. Quizás empiezas a pensar que esta persona no te quiere tanto, o que te va a abandonar, o que no te entiende, o que te quiere controlar, o lo que sea que haya sido esa experiencia en tu pasado que resultó intolerable porque la rechazaste. Ya no experimentas al otro; te has perdido en el mundo de tus recuerdos que además está teñido por el veneno del apego y el rechazo. Ahora sólo existes en tu mundo imaginario de experiencias dolorosas y traumáticas con esa persona, y generas emociones desagradables, se ponen en marcha tus conductas defensivas y tarde o temprano, hieres al otro. De pronto, le dices algo cargado de juicios que hieren como dagas, se activan sus memorias y sus patrones de apego y rechazo, y se vuelve incapaz de experimentarte a ti de modo directo. Ya no puede enfocar su atención en lo que tú eres a cada segundo. Se pierde la conexión y después de uno, dos o tres años años, casi ya no compartes junto al otro esos estados de presencia hermosos. Nadie está en el ahora, nadie está presente, excepto las reacciones automáticas y compulsivas de rechazo y apego que causan tanto dolor. Nuestras memorias del otro y de nuestras heridas del pasado son un muro que no nos deja encontrarnos.
Todo esto sucede, en gran medida, porque no nos damos cuenta que lo que está pasando aquí y ahora es completamente nuevo. Este momento que tienes ahora con la otra persona, nunca había existido y nunca volverá a existir pero nos parece que entre nosotros sucede lo mismo de siempre, lo mismo de todos los días. La realidad junto a esta persona ha perdido su vivacidad. Vivimos en nuestros conceptos y mundos imaginarios, que carecen de la cualidad vibrante de la vida. Somos muertos vivientes.
¿Cómo arreglar nuestra relación de pareja? ¿Tendríamos que tener largas conversaciones con la otra persona para que deje de ser mala, para que nos quiera, para que nos respete o lo que sea que estemos supuestamente necesitando? La verdad es que la persona que nos está hiriendo está 80% en nuestra imaginación y el 20% es la persona real que está ahí fuera reaccionando y defendiéndose de nuestros mecanismos de defensa -y que está más interesada en el amor que ya no le damos que en hacernos la vida imposible-. Lo que nos hace más daño es lo que nos hacemos a nosotros mismos al rechazar lo que sentimos y desear sentir otra cosa diferente a la que ahora sentimos.
La mayor parte de los problemas en las relaciones se resuelven cultivando la presencia. Si pudieras experimentar al otro y mantenerte en un estado de presencia te sentirías bien sólo por ser. Lo que el otro haga o deje de hacer deja de tener poder sobre ti. Es más; la otra persona comienza a sentir tu estado hermoso de presencia limpia y abierta al ahora y esto por sí sólo, trae de vuelta a la otra persona a su propia presencia. Igual que el sufrimiento, la felicidad es contagiosa. No todos los problemas en nuestras relaciones debemos "resolverlos" esforzándonos por lograr cambios y mejoras. De hecho, la mayor parte de nuestros problemas en la vida se originan en nuestro esfuerzo por resolverlos ya que los intentamos arreglar motivados por el patrón de rechazo y apego. Y el sufrimiento sólo puede engendrar más sufrimiento.
La mayor parte de nuestros problemas en las relaciones se disuelven cuando habitamos un estado de presencia, porque nuestro estado nutre el estado del otro. Se requiere presencia para relacionarse de forma satisfactoria, es el único camino. En serio, es el único, y la única persona que nos puede llevar a un estado de presencia somos nosotros. Somos los únicos seres en todo el universo que estamos en la posición de hacer algo para que nuestro cerebro, mente y consciencia, funcionen de éste modo, nadie más tiene ese poder sobre nosotros.
La Belleza, La Bondad y la Verdad
Otro ejemplo: Cuando hacemos experiencias como ésta, como este curso de meditación, la gente siempre dice, ¡Qué hermosa la música la pones! ¡Qué hermosos los mantras que cantas! Y aunque tal vez sea cierto que canto más o menos bien, no es eso lo que te hace sentir así; es tu propio estado de presencia lo que es hermoso y estás culpando a la música o a mis cantos de tu estado. Yo he estado en experiencias de meditación profundas y de pronto ponen música o alguien canta y la siento como la música más celestial que había oído jamás. Después pienso que ésa música es el tesoro más grande de todo el universo y que si pudiera tenerla y oírla cuando lo desee, entonces eso sería suficiente para nunca más en mi vida volver a sentir infelicidad. Consigo esa música, vuelvo a mi casa, la pongo en mi reproductor, y sufro una gran decepción. No es tan hermosa ni me lleva al éxtasis como sucedió durante el curso, y créanme, tengo un muy buen equipo de música.
¿Por qué pasa esto? Porque cuando la escuché por primera vez yo estaba plenamente presente, pero al oírla en mi casa estaba apegado a la experiencia del pasado, es decir, ya no estaba realmente oyendo la música, sino comparándola con lo que sentí durante el curso de meditación. La belleza es una cualidad que experimentamos gracias a la presencia. No es que las cosas "allá afuera" tengan estas cualidades bellas, es que cuando tú estás en un estado de presencia experimentas la belleza de la presencia dentro de ti y cualquier cosa que percibes ahí fuera se convierte en un espejo de tu estado interno. Si miras a alguien y sientes repulsión y malestar, se debe a que estás mirando tu propio malestar en el espejo que es la otra persona. Y si te enamoras de alguien, estás mirando tu propia presencia en el espejo del otro.
Lo que sucede dentro de nosotros lo vemos proyectado en nuestras percepciones. Si dentro nuestro hay éxtasis, los sonidos, las imágenes y las sensaciones que percibamos estarán teñidas de éxtasis. La mayor parte de la veces nos confundimos y creemos que son esas cosas allá afuera las que nos hacen sentir así, pero es al revés; nosotros nos sentimos así y ellas nos permiten tomar consciencia de nuestro estado. Si en cambio estamos en un estado de sufrimiento porque nos dominan los venenos de la mente, lo que sea que percibamos fuera tendrá la cualidad del sufrimiento, y la "realidad" que está ahí afuera nos parecerá desagradable.
Es posible que a muchos les esté pasando con la práctica diaria de meditación que tienen momentos en los que experimentan belleza inesperada y espontáneamente: Entra un rayo de sol por la ventana y te descubres admirando su luminosidad dorada y su belleza te captura. O mientras caminas y descubres cuánto tu cuerpo disfruta de moverse, o ves la mirada de alguien y te sorprende la profundidad que ves en sus ojos. Eso es porque estás más presente debido a tu práctica diaria y por eso, puedes ver la belleza.
La belleza no es tanto una cualidad de los objetos, sino una cualidad de la conciencia. Cuando la percibimos nos vuelve bondadosos -porque nos hace sentirnos felices y satisfechos y sólo podemos ser espontáneamente bondadosos si estamos felices y satisfechos-. De modo que bondad y belleza están conectadas. Y también la belleza está conectada a la verdad; mirar la realidad sin el filtro de nuestro rechazo y nuestro apego es lo que nos permite ver lo que verdaderamente está ahí. Platón decía que la verdad, la bondad y la belleza son los tres pilares del bien.
Se puede decir entonces que el camino hacia el bien es aprender a ver la realidad tal cual como es. Así podemos construir una vida sobre estos fuertes pilares. Todo lo que se construye sobre buenos cimientos acaba dando buenos frutos.
Para esto sirve la meditación.
El Instante Siempre es Nuevo y es Amor
Una actitud que es de mucha ayuda es la curiosidad. Cuando comienzas a ser curioso con la realidad, en lugar de interesarte sólo por tus conceptos y imágenes mentales, descubres que siempre, todo el tiempo, sólo te están sucediendo cosas originales en tu día a día. Nunca jamás se va a repetir lo que te ha pasado antes. ¿No es apasionante? A mi me vuela los sesos darme cuenta que todo lo que me va a pasar hoy es completamente nuevo -¡y sin necesidad de viajar a otro país!-. Vivir es danzar en sintonía y aceptación con lo desconocido. Esto es la realización espiritual. Pero esta verdad nos pasa desapercibida porque estamos más pendientes de lo que pensamos que de la realidad.
Practiquemos un poco:
Lo que explico a continuación no lo intentes comprender pensando sino observando. Por cada frase que leas, tómate unos segundos para contemplar en tu experiencia inmediata lo que digo y comprobar si es cierto para ti. De ahora en adelante, las palabras que te comparto son una meditación guiada:
Cuando te empiezas a dar cuenta de que cada instante es completamente nuevo y que nunca volverá a repetirse, pasan dos cosas: te das cuenta de que acabas de morir y que simultáneamente acabas de nacer. Estás vivo y muerto simultáneamente. Lo que eres ahora, en éste micro instante, y ahora en éste siguiente micro instante ¡ahora ya no lo eres! Ahora eres algo, y ahora ya pasó ese ahora, ya no eres lo que eras antes y nunca más volverás a ser eso... Y lo que eres ahora ya no volverás serlo, luego surge un nuevo ser ahora y esto que eres ahora ya nunca volverás a serlo, luego surge un nuevo ser ahora y esto que eres ya nunca volverás a serlo.
De modo que siempre está ocurriendo la muerte. Se disuelve por completo lo que eres, ya no existirá nunca en toda la eternidad del tiempo otra vez esto que eres ahora. Sin embargo, esto que acabas de dejar de ser, ha dado paso a una nueva experiencia de ser, eres algo que nunca antes había existido, recién nacido, y ahora... ya dejaste de serlo, y ahora eres esto y ahora ya dejaste también de serlo. La mente no puede darse cuenta de este proceso de muerte y nacimiento permanente porque la mente solo entiende conceptos fijos, no procesos.
La mente dice cosas muy poco precisas como: "Ahora estoy sentado en un cojín de meditación". Pero si percibes tu experiencia, verás que hay muchas más cosas sucediendo que la idea de "sentarte en el cojín"; sientes tu respiración, percibes tu cuerpo, hay innumerables estímulos sensoriales a cada instante y, si estás completamente absorto en cada instante, verás que siempre este instante es completamente diferente al anterior. Más aún, si realmente te sumerges en el ahora, verás que la experiencia sensorial total de estar sentado en un cojín de meditación no se parece en nada a la imagen y a la idea conceptual de sentarse en un cojín de meditación.

La experiencia real tiene millones de matices y píxeles que son imposibles de representar en un concepto tan simple y estrecho como "Estoy sentado en un cojín". Es como la diferencia que hay entre un televisor y la realidad. Un televisor puede a lo más tener una resolución de 8k, es decir, sólo algunos miles de puntitos de luz que combinados permiten proyectar una imagen que imita la realidad. Pero la realidad tiene una resolución mucho más alta que 8k, tiene algo así como 6.000.000k de resolución.
Tómate un par de minutos para ser consciente de la riqueza de sensaciones y percepciones que hay en el ahora, observa cómo cambian a cada instante y cómo cada instante es completamente diferente del anterior...
Si ahora puedes percibir sin el filtro de los conceptos y seguir microsegundo a microsegundo la alta resolución de la realidad, seguramente vas a ver que a cada instante dejas de existir, y que luego, apenas desaparece eso que estás siendo, surge una nueva experiencia y la totalidad de lo que eres vuelve a ser algo completamente nuevo.
¡No te Aferres, Entra en el Ahora!
Eres una cosa diferente a cada segundo. En realidad un segundo es mucho tiempo; eres una cosa diferente en cada millonésima de segundo. Este flujo nunca se detiene, nunca se detiene. No pasa nada si dejas de aferrarte a algo, no pasa nada si sueltas un momento tus expectativas, tu control, tus deseos, tus planes, no pasa nada si algo de lo que eres ahora deja de ser para siempre, porque luego viene otra cosa, siempre un nuevo nacimiento, no te quedas en un vacío infinito, la existencia no desaparece porque surge, inmediatamente, una experiencia completa y totalmente nueva. Y luego, también se pierde y luego viene algo nuevo y eso se pierde y ahora viene algo nuevo. Así te empiezas a dar cuenta que no necesitas y que tampoco es posible, aferrarte a nada, ni controlar nada para estar vivo. La vida es una constante disolución y un constante emerger de algo nuevo.
Lo más sorprendente y hermoso es que cada nuevo nacimiento que tienes a cada microsegundo está completamente fresco, está completamente limpio, está completamente nítido, pulsante, vibrante y es hermoso. No puedes saber lo que va a pasar al siguiente instante, no puedes saber qué vas a ser una vez que desaparezca el instante presente. Si observas el nuevo instante lo experimentas completamente, verás que se siente lleno, como si no tuviese ninguna grieta, no hay nada en este instante que tenga sabor a falta, vacío o sufrimiento. Compruébalo ahora mismo. Siente el ahora, siente este instante único y nuevo. ¿Hay algo que le falte a este ahora? Cada instante está fresco y completo. Cada vez que mueres, mueres completamente para estar al mismo tiempo completamente vivo.
Loreto dice en el chat: "¡Qué volada más maravillosa!"
En realidad no es una volada, simplemente estoy describiendo la realidad, es como sucede. No es una volada.
Susi pregunta: "¿Es infinito?"
Este es el tipo de preguntas que no me las tienen que hacer a mí, tienes que mirar tú misma y ver si es verdad, te invito a observarlo. Este es uno de nuestros problemas, creemos que nuestras ideas son demasiado importantes y estamos demasiado tentados a creer en ellas en lugar de creer en nuestra propia observación y experiencia directa de la realidad. Si alguien dice algo y creemos que esa persona sabe algo, corremos el riesgo de creernos su respuesta y así olvidamos observar por nosotros mismos y nos perdemos lo que importa, la experiencia misma, el conocimiento directo y de primera mano.Todo lo que enseño son cosas que he observado prestando atención al ahora, no son cosas que leí. Muchas veces me pasa que tomo un libro sobre meditación para descubrir que mis propias observaciones habían sido puestas en palabras por otros. También a veces me sirve leer porque al hacerlo mi intelecto encuentra palabras para algo que ya había experimentando y así me es más fácil compartirlo. Si tú ya has tenido 5 segundos seguidos de estar inmersa en el ahora, todo esto que yo estoy diciendo ya lo experimentaste, sólo que no has podido describirlo con palabras aún.
Bueno, volvamos a tu pregunta, que por lo demás es una hermosa pregunta. Creo que las preguntas son hermosas porque sólo pueden surgir dentro de nosotros cuando la consciencia está despierta. Cuando estamos dormidos no surgen preguntas.¿Es infinito? intentemos observarlo. Hagamos la experiencia ahora mismo; Veamos, si observo mi experiencia de este instante me puedo dar cuenta que se acaba de ir el instante anterior y que ahora llegó otro. Y ahora lo mismo, y ahora lo mismo, y ahora lo mismo. No puedo saber, si sólo me fío de mis sentidos y mi percepción directa del ahora, hasta cuándo va a pasar esto, solo puedo saber que ahora ha vuelto a suceder y eso me hace suponer que seguirá pasando, pero no podría estar seguro del futuro. Ahora sucede, y ahora, y ahora, y ahora, y ahora... no puedo saber más.
Al parecer es una pregunta que no se puede responder, sin embargo, intentar responderla nos puede sumergir en la experiencia del percibir de modo directo el presente. Porque al intentar responderla queda atrapado en la observación directa del ahora. Hay muchas técnicas de meditación que consisten en intentar responder una pregunta que no tiene respuesta, pero que al intentar responderla acabas teniendo un encuentro directo con la verdad. ¡Esta es una buena pregunta!
Permanente Impermanencia
Eckart Tolle dice algo muy interesante sobre el ahora que me viene a la cabeza a propósito del infinito. Dice algo así como; “el ahora siempre es el mismo, pero lo que ocurre en el ahora cambia”. El instante en sí mismo es siempre el mismo, el ahora es el telón de fondo sobre el que ocurren todas las cosas. Esto es otro nivel más profundo de lo que les he compartido hasta aquí.
En cada instante hay una configuración diferente de "eventos": los sonidos son distintos, tus pensamientos son distintos, tus sensaciones son distintas... pero el ahora sigue siendo el mismo. El ahora no se mueve de su lugar. No es que hay un ahora y luego otro ahora. Hay sólo un ahora y dentro del ahora suceden todas las cosas. ¡No existe cosa alguna que pueda suceder si no está sucediendo ahora! El ahora es la condición básica para que algo pueda ser.
Por eso dicen que la existencia es permanente impermanencia.
La parte permanente es lo que no cambia; el ahora. El ahora no se puede quitar de su sitio, todos los sitios pueden tener lugar porque hay ahora. Pero en cada ahora ocurren cosas diferentes. Las cosas que suceden son lo impermanente, el ahora es lo permanente. Lo que nos hace sufrir a los seres humanos es el deseo de que las cosas que suceden existan para siempre y eso es imposible. Todas las cosas que suceden están, a cada instante dejando de ser lo que son; tus pensamientos, tu cuerpo, tus percepciones, tu dinero, tu casa, tus relaciones, cada átomo y quark del universo, todo, todo lo que existe, a cada instante, deja de ser lo que es y surge como una cosa nueva.
Sufrimos porque queremos quedarnos con alguna de estas cosas. Porque creemos en el delirio de que existen las cosas sólidas que no cambian con el transcurrir del tiempo. Creemos que hay "cosas" inmortales. Nuestra capacidad de crear conceptos nos hace imaginar que esto es posible.
Es como si sufriéramos de apego inseguro y quisiéramos quedarnos con algo, ¡si al menos pudiésemos aferrarnos a nuestro muñeco de felpa para no sentirnos tan solos! Pero no se puede. La buena noticia es que no es necesario, porque nosotros somos el ahora. No hay necesidad de aferrarse a nada, ni rechazar nada de lo que sucede en este instante porque esas cosas se van a ir, van a cambiar. Pero tú no vas a desaparecer porque tú eres el ahora. Ver esto a través del conocimiento directo es la verdadera cura al síndrome de apego inseguro.
En la medida en que empiezas a experimentar esto, ves que hay algo muy, pero muy seguro y sólido: El ahora. Nuestro deseo de aferrarnos a algo seguramente sea una remembranza de traumas infantiles cuando necesitábamos a nuestra madre y ella no estaba disponible. Pero me gusta pensar que esta necesidad de apego no es un trauma sino que nuestro proceso de maduración no se ha completado. Es decir, me gusta pensar que no es un trauma el problema, sino que el miedo, el sufrimiento y el aferramiento tienen su origen en que no hemos alcanzado todo nuestro potencial como seres humanos.
Nuestro crecimiento va desde la dependencia total cuando somos bebés y se dirige hacia niveles cada vez más altos de autonomía. Reconocer que somos el ahora y que no necesitamos aferrarnos a las cosas que suceden en el ahora es lo que nos da la autonomía y la libertad más profundas. Es lo que nos permite comenzar a ser generosos y, en lugar de pedir al mundo que llene nuestro corazón vacío, podemos compartir la abundancia que somos. El ahora no se va, es la mejor madre que podríamos tener, siempre está aquí. Por favor no trates de convertir todo esto en una filosofía, no lo trates de entender con la cabeza, porque si lo tratas de entender con la cabeza lo único que conseguirás será una jaqueca porque tu experiencia no será de sentirte abundante y lleno de presencia y podrías acabar criticándote duramente por no sentirte así. ¡Ten la experiencia!
Entonces volvamos a la experiencia una vez más: Presta atención al ahora. Pero en serio, deja por un momento de mirar hacia el futuro, al pasado, de hacerte juicios, de pensar en las cosas que tienes que hacer o lo que sea que esté en tus planes de auto mejoramiento. Deja a todas estas cosas esperando.
¡Ahora presta atención al ahora!
Observa esto: El ahora no se ha ido nunca de su sitio y ahora, está aquí. Hagamos un experimento, intenta hacer que el ahora desparezca. Haz que se vaya, haz que no haya ahora. ¿Lo conseguiste? Inténtalo de nuevo, inténtalo más fuerte. ¿Te das cuenta de su solidez? Es realmente la única cosa sólida que hay en el universo, pero al mismo tiempo no está hecho de ninguna clase de solidez material. No se puede mover de su sitio, pero no está en ningún sitio... ¡Es por esto que, desde el punto de vista de la experiencia, "ahora" es sinónimo de "conciencia".
Conciencia y ahora, experiencialmente, son exactamente la misma cosa.
Hagamos un experimento para comprobar esto último. La conciencia es la capacidad de darse cuenta, de modo que intentemos hacer el mismo experimento con el darse cuenta. ¡Aquí y ahora, intenta no darte cuenta de nada! Vuélvete completamente inconsciente. ¡No tengas consciencia de nada! ¿Lo lograste? Ocurre exactamente lo mismo, no puedes hacer que el ahora se vaya y tampoco puedes dejar de estar consciente. Son sinónimos experienciales.
Tenemos estos dos conceptos que ponen un énfasis diferente dependiendo de con cuál parte de la experiencia nos identificamos. Cuando nos identificamos con el ahora y lo vivimos en primera persona, le llamamos conciencia. Le llamamos consciencia a la experiencia subjetiva de ser nosotros quienes nos estamos dando cuenta. Lo experimentamos así; "Yo soy el que se está dando cuenta". Pero también podemos experimentar la conciencia en tercera persona, y cuando sucede así le llamamos "ahora". En este caso experimentamos a la consciencia como el telón de fondo sobre el cual sucedes tú, te experimentas sucediendo dentro de la consciencia y en este caso es más apropiado llamarle ahora o presente.También puede suceder que cuando tienes la experiencia tercera persona, podrías experimentar la consciencia como si fuese algo que te está observando, como alguien que está siendo consciente de ti, alguien que atestigua tus pensamientos, tu cuerpo, tus sensaciones, etc. Por eso es que a esta experiencia de la consciencia en tercera persona algunos le llaman también Dios. Puedes sentir a la consciencia y al ahora como un ser que te acompaña. Es muy hermoso experimentarlo así, te sientes completamente abrazado, visto y aceptado exactamente como eres. Y siempre Dios está contigo, no se puede ir, porque el ahora y la consciencia no pueden desaparecer.Te sientes abrazado y aceptado porque la consciencia no tiene la capacidad de juzgar, sólo puede atestiguar lo que está ahí sucediendo y ser el telón de fondo sobre el cual sucede eso. El ahora es el espacio en el que suceden las cosas. Les da total lugar de ser tal cual son. Entonces podemos decir que Dios le da espacio para existir a eso que está ahí, no puede juzgar. A mí el concepto de Dios antes no me gustaba porque estaba teñido de lo que las religiones me habían enseñado: que Dios es un ser muy interesado en juzgarme y en enviarme al infierno y que presumiblemente tiene mucho interés en crear instituciones religiosas en donde hay opresión. La única cosa que en todo el universo puede hacer juicios y oprimir es la mente cuando está teñida del veneno del apego y del rechazo. Así que no creas nunca a nadie que te diga que Dios te va a castigar. Dios no castiga.
Dios es el ahora, el ahora no castiga, los abraza a todos en su inmensa presencia que no está hecha de espacio ni de materia. Y para darte cuenta de esto no necesitas creer en nada, no necesitas siquiera tener el concepto de Dios, basta que concentres toda tu atención en el ahora y verás que así es como se siente. Una solidez que no tiene materia, pero que te abraza, te acompaña y te da lugar para que seas exactamente como eres. Y esto último es la definición de Amor. En mi podcast de spotify subí la grabación de uno de los libros más hermosos que se han escrito en toda la historia de la humanidad: “Ami, el niño de las estrellas”. Por favor léanlo o escúchenlo. Lo explica de forma tan simple y clara: "Dios es Amor".
Ahora podemos comprender mejor esta idea: Dios es amor, Dios es conciencia. Conciencia es el ahora y el ahora no se puede sacar de su lugar. El ahora también es silencio, es el silencio y el espacio en donde suceden todas las cosas, es el telón de fondo sobre el cual suceden los pensamientos, sobre el cual sucede el cuerpo, los sonidos, las luces y todos los eventos posibles de todo el multiverso. Aquí está, es el Ahora, es silencio, es conciencia, es Dios, y Dios, como muy bien dice Ami, es Amor. Y tú, eres consciencia, ¡tú eres Amor! Todas las cualidades que tiene el ahora, son exactamente las mismas cualidades que tiene la consciencia, Dios y el Amor, porque son la misma cosa.
Reconoce tu Verdadero Rostro
Todo el problema es que estamos un poco confundidos y creemos que somos las cosas que suceden, en lugar de identificarnos con el ser, transparente, inmaterial y amoroso que somos. Esto no es algo que se pueda comprender conceptualmente, es algo que empiezas a saber cuando prestas atención al ahora. Por eso es que después de meditar y estar presente tres o cuatro segundos, te sientes más feliz. La felicidad es otro sinónimo de amor, consciencia, Dios, ahora.

La meditación te acerca a reconocer lo que eres, a ser tú mismo. Y a veces puedes experimentar que tú eres esa conciencia, que tú eres el amor, y otras veces lo sentirás en tercera persona y tendrás la experiencia que el mundo es un lugar hermoso que te da espacio para existir o que hay un ser omnisciente que te ama de forma muy personal e íntima. Si prestas atención al ahora y te das cuenta que el ahora está ahí y que no se va nunca, vas a empezar a sentir algo te sostiene. No necesitas aferrarte ni intentar retener nada. No necesitas hacer que tu pasado se repita. No necesitas hacer que te pase algo bueno. No necesitas tener control de algo para escapar de los horrores del pasado, porque eso nunca se va a volver a repetir. No necesitas controlar el futuro porque el ahora no se va a ir a ningún sitio y el ahora siempre tiene esta cualidad, es silencio, es bondad, es belleza, eso no se va a ir de su sitio. Cuando llegue el futuro, no te encontrarás en el futuro, te encontrarás exactamente en el mismo lugar que te encuentras en este momento, en el ahora, en la consciencia, en el amor. No se trata de que tengas que aprender a conectar con eso, es que no lo puedes quitar de su sitio. ¡Es lo que eres! Solo que como confundimos la realidad con nuestros conceptos limitados que no tienen más que 8k de resolución a lo sumo, no nos damos cuenta. No nos damos cuenta de todo el amor y la abundancia que somos.
Te invito a ser curioso con este instante.
Esto es meditar.
Este artículo lo escribí basándome en la transcripción de una clase de meditación que dí el año 2023 en el curso El Poder del Silencio. Acabo de subir a spotify un audio, con una meditación guiada que te ayudará a experimentar lo que he explicado en este texto. Para oir el Capítulo 69 "Meditación: El Ahora es Siempre Nuevo", da click en el botón!
Muy pronto vamos a iniciar la versión 2025 de El Poder del Silencio, ¡si quieres participar escríbeme! ideasquesanan@gmail.com
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