Tomás de la Fuente H.

8 de may de 20183 min.

Estar alineado... ¿qué es eso?

¿Qué es estar alineado?
 

 
Estar alineado tiene que ver con la siguiente historia que he compartido varias veces y la voy a volver a compartir:
 

Estaba un viejo que vivía en su casa y tenía caballos y un hijo. Entonces un día los caballos se escapan, eran 7 caballos... todos se escapan y se queda sin ninguno. La gente del pueblo va a visitarlo y le dicen: “¡qué terrible lo que te ha pasado! Ya no tienes ningún caballo”. Y el viejo los mira y les dice: “no, yo lo único que sé es que antes tenía 7 caballos y ahora no tengo ninguno; yo no sé si eso es bueno o malo, sólo sé que antes tenía 7 caballos y ahora no tengo ninguno”
 

 
La gente lo mira y dice: “qué extraño, ¿qué le pasa? Si sus caballos son muy importantes”. Pasa el tiempo y los otros caballos se hacen amigos de otros caballos salvajes y un día vuelven todos a la casa, en vez de volver 7 caballos vuelven 10. Entonces la gente del pueblo estaba impresionada y va a la casa a decirle al viejo: “¡qué impresionante, eres tan sabio, tú sabías que iban a volver más caballos; tú sabías que era bueno lo que estaba pasando!” Y el viejo les responde: “yo no sé si es bueno o es malo que yo tenga ahora 10 caballos, lo único que sé es que antes tenía 7 y ahora tengo 10”


 
La gente decía: “viejo chiflado, ¿cómo no es bueno tener 10 caballos?”
 

 
Pasa el tiempo y el hijo del viejo empieza a entrenar a los caballos salvajes y mientras los entrena se accidenta y se rompe un pie, ahí va la gente del pueblo a decirle: “qué lamentable lo que le ha pasado a tu hijo, se lesionó el pie ahora no va a poder trabajar y tú que estás viejo y cansado, qué terrible lo que te ha pasado”. Y el viejo le dice al pueblo otra vez: “yo no sé si es bueno o es malo que mi hijo tenga un pie quebrado, lo único que sé es que tiene un pie quebrado”. De nuevo la gente comenta: “viejo chiflado, ¿qué le pasa?”
 
Sigue pasando el tiempo y el país entra en guerra y llaman a todos los jóvenes a la guerra y, obviamente, su hijo que está con un pie quebrado no podía ir. Entonces ahí va el pueblo a decirle: “¡oh qué sabio que eres! no te habías preocupado porque sabías que iba a haber guerra”, a lo que el viejo responde: “yo no sé si es bueno o es malo que mi hijo vaya a la guerra, yo sólo sé que mi hijo no va a la guerra”...
 

A eso en el Budismo Theravāda, le llaman ecuanimidad. Es muy importante la ecuanimidad y a eso yo le llamaría estar centrado o estar alineado. Constantemente la mente está haciendo juicios, tomamos constantemente partido con los juicios, entonces o te pasa una o te pasa la otra cosa, tienes una especie de euforia atemporal porque el juicio que estás haciendo es positivo o tienes una especie de depresión temporal porque el juicio que estás haciendo es negativo
 

 
Cada vez que tú le crees los juicios a la mente, te sales de tu centro, la mente te arrastra y te genera miles de estados afectivos diferentes. ¡Es como la marea! Imagina que la mente fuera el viento y el agua las emociones, cuando el viento sopla muy fuerte el agua se agita, después las olas crecen tanto que amenazan con ahogarte...

Tomás de la Fuente
 

 
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