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Despertar de la Consciencia y el Florecimiento del Corazón

Foto del escritorTomás de la Fuente

Muchas veces, ganar es perder. La maldición del Orgullo y la Arrogancia.

Muchas veces, ganar es perder.

Sobretodo para quienes padecemos de orgullo y arrogancia. O sea, casi tod@s nosotr@s.

¿Yo, orgulloso?, no…

Veamos

¿Te molesta no tener la razón?

¿Sientes que eres especial y te frustras cuando la vida te trata como a uno más?

¿Cuando te rechazan te enojas y/o te sientes humillad@?

¿Buscas seducir a otros y al mundo -con tus logros o tus habilidades o tu forma especial de ser- para conseguir admiración y/o adoración?

¿Ayudas a otros por el placer que te da sentirte una gran persona?

¿Te sientes en algún sentido mejor persona que otros?

¿Te criticas, enfadas y/o te culpas cuando cometes errores?

¿Eres culpos@? La culpa es uno de los principales síntomas de orgullo y arrogancia…

Si al menos una o dos de las anteriores es correcta, habría que decir que sí, efectivamente eres orgullos@. Es muy humano serlo, eso sólo muestra que eres uno más. BIenvenid@ al club de la humanidad.

Y este es el asunto, el orgullo es la idea que somos más de lo que realmente somos. Y como esto es una gran mentira, hacemos tremendos esfuerzos para que la vida nos diga “si, efectivamente, eres especial, eres grande, eres irresistible”. El resultado es que cuando la vida nos muestra que no somos eso que creemos ser, sentimos gran angustia… hemos perdido. Y haremos todo lo posible para demostrar que no hemos perdido.

Estamos dispuestos a tener una pelea para que nuestra imagen siga viéndose grandiosa y en este empeño, acabamos dañando al otro y a nosotr@s. Estamos dispuestos a negar nuestras verdaderas necesidades para demostrar que somos mejores y ganadores. Nos culpamos, exigimos y castigamos si hemos perdido.

Para mantenernos victoriosos necesitamos hacer grandes esfuerzos, ser siempre los mejores… el más bondadoso, o el más bello, o el más sabio, o el más inteligente, o el más justo… el más… El resultado: vivimos estresados para estar a la altura de una imagen grandiosa que no calza con nuestra realidad.

La salida: permitirse perder. No pasa nada. Es un gran alivio. Dejarse vencer y decir “está bien, sólo soy uno más, sólo soy un ser humano.” No soy el más nada. Sölo soy lo que soy.

Así vivimos con menos tareas pendientes y más amor hacia nosotros mism@s..

Muchas veces, perder es ganar.

Tomás de la Fuente

Diciembre 2017

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